UNIDAD COVID19

La infección por el nuevo coronavirus, SARS-CoV-2, produce un síndrome clínico conocido como COVID-19 (coronavirus disease). El desarrollo de la enfermedad se produce de una forma secuencial temprana con infección y afectación pulmonar seguida de un proceso inflamatorio severo con toxicidad sistémica que implica la afectación grave de otros órganos como el riñón y el corazón.

Por lo tanto, la evolución del proceso respiratorio puede seguirse en casos graves de una rápida y terrible tormenta de liberación de citoquinas con marcada elevación de biomarcadores de daño miocárdico. La afectación cardiovascular en el proceso de la enfermedad ocurre en 20-30% de los pacientes hospitalizados y contribuye de una manera significativa al 40 % de la mortalidad. Siendo:

Miocarditis por infección vírica directa sobre el músculo cardiaco.

Lesiones obstructivas coronarias con infarto agudo de miocardio en un contexto de incremento de la coagulación.

La agudización de la insuficiencia cardiaca las que de forma significativa contribuyen a empeorar el pronóstico de estos pacientes. También es importante tener en cuenta que en algunos pacientes la primera expresión de la enfermedad COVID-19 puede ser la afectación cardiovascular con daño miocárdico.

Es clave la evaluación del sufrimiento cardiovascular en los pacientes ingresados por COVID-19 así como la variabilidad en la respuesta al tratamiento habitual, por ejemplo, monitorizando las eventuales alteraciones electrocardiográficas y el riesgo de arritmias inducidas por determinados fármacos como la hidroxicloroquina.

Los cardiólogos debemos seguir creando el escenario de atención continuada y sobre todo, dando seguridad a nuestros pacientes cardiovasculares que no han sufrido la infección por el coronavirus con consejos más reforzados si cabe, en la prevención y en el control de su tratamiento.

Pero sin duda, nace la era COVID-19 en la que tenemos que, conviviendo con nuestros pacientes sin afectación por el virus, tenemos que examinar, detectar y tratar las posibles complicaciones cardiovasculares como la fibrosis miocárdica, la hipertensión pulmonar y el riesgo de arritmias relativamente frecuentes en pacientes que han sufrido una afectación sintomática de la enfermedad.

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