Publicado en El Confidencial: ¿Eres deportista de alta intensidad? Cómo saber si tienes ‘corazón de atleta’

El ejercicio se erige como una poderosa medicina para nuestro corazón, y su impacto va mucho más allá de simplemente fomentar la salud en personas sanas. De hecho, se prescribe como una terapia vital para aquellos con problemas cardíacos, dado que mejora sustancialmente la calidad de vida y el pronóstico de estos individuos. Según la Dra. María Alcocer, cardióloga en Olympia–Quirónsalud, el ejercicio desencadena una serie de beneficios notables en el sistema cardiovascular.

El ejercicio estimula la microcirculación coronaria, favorece un funcionamiento más óptimo de las arterias coronarias y reduce la frecuencia cardiaca en reposo, disminuyendo la carga de trabajo del corazón en momentos de inactividad. Además, promueve la relajación de los ventrículos, permitiendo que el corazón bombee más sangre en cada latido. Esto, junto con el mantenimiento de niveles adecuados de colesterol y presión arterial, contribuye a prevenir la aparición de enfermedades como la aterosclerosis.

No obstante, es crucial entender que el ejercicio abarca una variedad de factores más allá de la simple intensidad. Considerar el tiempo dedicado a la actividad (volumen) y el período de recuperación entre sesiones es igualmente relevante. La Dra. Alcocer destaca que el ejercicio de alta intensidad produce cambios en el organismo que difieren significativamente de los provocados por el ejercicio de baja o moderada intensidad. El primero fomenta la potencia, mientras que el segundo aumenta la resistencia.

La práctica constante de deporte también modifica el músculo cardíaco, y una de las adaptaciones notables es lo que se conoce como ‘corazón de atleta’. Esta transformación es un fenómeno positivo siempre que un cardiólogo cualificado confirme que se trata de una adaptación cardiovascular al ejercicio y no de una cardiopatía. Esta condición se caracteriza por un aumento en el tamaño de las cavidades cardíacas, lo que permite un mayor flujo sanguíneo. Sin embargo, es importante hacer pruebas adicionales para descartar enfermedades cardíacas.

El ‘corazón de atleta’ es más común en deportes de resistencia, como la carrera a larga distancia, el ciclismo y la natación, y menos frecuente en deportes de fuerza o precisión. La calidad del entrenamiento, con un volumen e intensidad adecuados para la disciplina, es esencial para desencadenar estas adaptaciones. Los atletas amateurs tienen menos probabilidades de experimentar cambios tan notorios que aquellos de élite debido a la dificultad de mantener un entrenamiento de alta calidad.

La confirmación de la presencia del ‘corazón de atleta’ requiere pruebas de imagen, como un ecocardiograma, y la evaluación de un cardiólogo especializado que pueda relacionar los hallazgos con la actividad deportiva del individuo. La delgada línea entre la adaptación cardiovascular y la patología resalta la importancia de conocer la historia deportiva para un diagnóstico preciso. Los deportistas sanos, ya sea con o sin adaptación cardiovascular, no presentan síntomas. Cualquier síntoma debe ser evaluado para descartar enfermedades cardíacas o de otro tipo. En casos de incertidumbre, se pueden realizar pruebas adicionales, como resonancia magnética y HolterECG, para obtener una evaluación más completa de la salud cardíaca del individuo.