“Y después, ¿qué?” Cómo fortalecer el corazón tras un episodio de insuficiencia cardiaca

 

Las unidades específicas sobre esta dolencia ofrecen una atención integral más allá de la asistencia clínica.

 

Infarto de miocardio, cardiopatía isquémica, miocardiopatías, endocarditis… Las patologías del corazón son numerosas y, lo que es peor, extraordinariamente frecuentes en la población. Quizá por ello, la cardiología es también una de las especialidades médicas que más han avanzado en las técnicas diagnósticas y terapéuticas.

Sin embargo, hasta hace no demasiado tiempo había un terreno en el que no se había progresado tanto: “Y después… ¿qué? Es decir, después de un certero diagnóstico y una terapia eficaz, el paciente quedaba sometido al cumplimiento del tratamiento correspondiente y a unas pautas de estilo de vida, pero sin recibir un seguimiento integral que, más allá de la recuperación del episodio cardiaco concreto, posibilitara un refortalecimiento de su corazón.

Hoy, cada vez más hospitales españoles -especialmente los de alta complejidad-, ponen en marcha las denominadas unidades de insuficiencia cardiaca, que tienen como objetivo reforzar y mejorar la atención a pacientes con problemas cardiacos. En términos deportivos, se podría decir que persiguen entrenar al corazón para que alcance sus mejores marcas y evite lesiones futuras.

La insuficiencia cardiaca se produce cuando hay un desequilibrio entre la capacidad del corazón para bombear sangre y las necesidades del organismo. Esto puede suceder debido a un problema propio o porque su capacidad de reacción no alcanza a satisfacer lo que el organismo le demanda como consecuencia de otras enfermedades. Muchas de las patologías citadas al principio provocan a su vez insuficiencia cardiaca, cuyos síntomas visibles son falta de aire, cansancio, dificultad para respirar tumbado, etc.

Fortalecer el corazón en tres pasos

“La insuficiencia cardiaca es un problema asistencial de gran magnitud, y las unidades de insuficiencia cardiaca persiguen ofrecer una mejor atención a los pacientes con este síndrome”. El doctor Gonzalo Pizarro, jefe de cardiología del Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo de Madrid, subraya un aspecto en su opinión diferenciador de la unidad de insuficiencia cardiaca existente en su hospital: “En nuestro caso, hemos querido ir un paso más allá implantando una filosofía aún más positiva; no sólo pretendemos estabilizar el corazón tras un episodio cardiaco, queremos que se produzca una mejora real, que el corazón de nuestros pacientes se fortalezca, que recupere su fuerza”.

Para ello, la unidad desarrolla un programa con tres ejes fundamentales que prepara al paciente para afrontar la vida tras el episodio. Bajo la dirección de la también cardióloga doctora María Luisa Martín, se resumen así:

Hábitos de vida saludable: Es fundamental combinar ejercicio adecuado -especialmente aeróbico-, con una dieta saludable, el control de la tensión arterial, colesterol y diabetes. Y, por descontado, abandonar por completo el tabaco y el alcohol.

Tutelación de la medicación: Algunos fármacos no pueden ser administrados a dosis plenas de una vez por diversas razones. La unidad persigue un manejo farmacológico personalizado que permita al paciente beneficiarse de la máxima dosis tolerada.

Tecnología cardiaca: Elección individualizada de la tecnología médica disponible en función de la situación de cada paciente (desfibrilador, marcapasos, cirugía by-pass, cirugía de válvulas, etc).

Informar y orientar al paciente

Como en todo proceso clínico, la participación activa del paciente es crucial para alcanzar los objetivos diseñados por los profesionales médicos de la unidad de insuficiencia cardiaca. En el caso de la de Ruber Juan Bravo, la enfermería adquiere un papel relevante, en este caso desempeñado por la enfermera Ainara Arreza.

“La labor de la enfermera es de gran importancia al desarrollar una parte indispensable del programa, formando a los pacientes para que puedan detectar síntomas de alarma, sigan hábitos de vida saludable y aprendan a controlar adecuadamente su medicación. El objetivo es mejorar y fortalecer, y para ello es fundamental la implicación del propio paciente”, explica la doctora María Luisa Martín.

El procedimiento que sigue la unidad tiene dos tiempos diferenciados. En primer lugar, antes de que el paciente ingresado reciba el alta, se le realiza una valoración enfermera y se le vuelve a citar para un nuevo estudio en un plazo de quince días. Seguidamente, transcurrido un mes desde el alta hospitalaria, el paciente es citado a la consulta de la especialista en cardiología, quien, en función de su estado, determinará un programa individualizado, que puede llegar incluso a la implantación de un dispositivo cardiaco como marcapasos resincronizador o desfibrilador, o incluso una cirugía con circulación extracorpórea, entre otras posibles alternativas.

“Como todos los programas, el nuestro cuenta con criterios de inclusión y exclusión, de forma que, una vez conseguido el fortalecimiento cardiaco, los pacientes pueden abandonarlo”, explica la cardióloga de Ruber Juan Bravo. De hecho -se felicita- “de los 30 pacientes incluidos en nuestro programa hasta la fecha ya hay varios que han sido dados de alta definitivamente gracias a que han mejorado significativamente en todos los parámetros importantes”.

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