La insuficiencia aórtica es una patología cardiaca muy frecuente que ocurre cuando la válvula aórtica, una de las cuatro que controlan el flujo de sangre a través del corazón, no cierra bien. Tal y como explica el Dr. Alberto Forteza, jefe del Servicio de Cirugía Cardiaca de los hospitales universitarios La Luz y Quirónsalud Madrid, «durante la diástole, la válvula aórtica debe permanecer cerrada para evitar que la sangre de la aorta regrese al ventrículo. Cuando la válvula no cierra bien, una parte importante de la sangre retorna hacia atrás, al ventrículo izquierdo, provocando una sobrecarga progresiva y la dilatación del corazón».
La reparación de las válvulas aórticas que presentan insuficiencia es posible. En concreto, la indicación de operar esta disfunción se produce «cuando el paciente está sintomático o cuando hay datos ecográficos de dilatación de cavidades izquierdas. Si no se realiza un manejo adecuado a tiempo, la progresión natural de la enfermedad puede conducir a disfunciones cardiacas graves, e incluso a requerir un trasplante cardiaco», asegura el experto.
La cirugía de reparación valvular aórtica es una intervención compleja que requiere de una gran experiencia para asegurar buenos resultados. Por eso solo se realiza en centros seleccionados que cuentan con cirujanos con amplia experiencia, como el Hospital Universitario Quironsalud Madrid. En estos centros, los resultados son muy buenos. «Nuestra mortalidad es muy baja, inferior a un 1 %. Llevamos más de 700 pacientes operados con estas técnicas. Tenemos la mayor experiencia en España, siendo además una de las mayores series a nivel mundial», explica el Dr. Forteza.
Además, asegura que la probabilidad de reparar la válvula y que dure en el tiempo es muy alta. «En un seguimiento a largo plazo, es decir, a 10 o 15 años, más del 90 % de los pacientes intervenidos sigue con una válvula que funciona bien. Los resultados son mejores que los que se consiguen con una prótesis biológica, que es la alternativa cuando no se puede reparar la válvula», detalla.
Otra de las grandes ventajas de estas técnicas es que evitan que el paciente tenga que tomar un tratamiento anticoagulante de por vida, con las complicaciones derivadas que pueda conllevar. También es especialmente útil en pacientes jóvenes, en mujeres con deseo gestacional o en deportistas de competición «porque les permite hacer una actividad con total normalidad al mantener la estructura de la válvula propia. En definitiva, presenta bastantes ventajas frente al implante de una prótesis».